Película venezolana policial Secreto de confesión


Un matón entra a una iglesia para declarar sus pecados y en dentro del confesonario, en pleno ejercicio del sacramento católico, le revela al cura que él mismo, el sacerdote, será su prima víctima. Ese es el punto de partida que dio pie a la historia contenida en la película Secreto de confesión, segundo largometraje de ficción del realizador venezolano Henry Rivera (Puras joyitas), que se estrenará el próximo viernes 13 de diciembre en unas 10 salas de Caracas y otros ocho cines de Valencia, Barquisimeto, Puerto Ordaz, Maracay y Margarita.

secreto

En conversación con el Correo del Orinoco, el director contó que esa idea tal vez algo descabellada, surgida hace diez años, si bien es un buen gancho para un policial de suspenso, desde el punto de vista narrativo, para un largometraje de ficción no era suficiente. No obstante, el argumento fue una oportunidad para perfecta para desarrollar un guión sólido y al mismo tiempo explorar desde lo artístico el tema de la soledad y la justicia.

Según Rivera, en Secreto de confesión un policía interpretado por Juan Pablo Raba, atormentado desde la infancia por el asesinato de su padre, intenta investigar un entreverado crimen. Las investigaciones se traban principalmente porque los autores intelectuales y materiales son diferentes, lo que obliga al investigador a moverse dentro de un entramado muy complejo en búsqueda de la verdad.

En ese contexto intervienen además “un malo aparente”, que es precisamente el matón del confesionario encarnado por Marlon Moreno y un político al que le da vida Luigi Sciamanna.

Para añadir más complicaciones hay una periodista, interpretada por Eglantina Zingg, a quien le mataron al papá por investigar un desplazamiento de pueblos originarios, vinculado a una conspiración ligada a un negocio con la explotación petrolera.

Con la premisa de que se trata de una película para entretener al público, Secreto de confesión se vale del tema religioso para intentar establecer un vínculo con las espectadoras y los espectadores y hacerles una invitación a reflexionar especialmente sobre la justicia.

“Con esta película no pretendemos dictar cátedra ni hacer conclusiones. Acá hay preguntas: ¿Hay justicia sin venganza? ¿La justicia implica venganza? ¿Cuál es el acuerdo social que determina qué es justo y qué no? El concepto de justicia del personaje de Juan Pablo (Raba) es casi un estigma para él. En función de eso sacrifica relaciones personales y su estabilidad emocional porque lo único que lo motiva es perseguir esa justicia”, apuntó el realizador.

En cuanto al tema religioso, el cineasta aclaró que se trata de un recurso para “empaquetar el mensaje”. En este sentido, explicó que el catolicismo tiene una presencia importante en Latinoamérica, inclusive, sostiene que una de las cosas que nos unifica y define como pueblo son esas creencias vinculadas a esta religión.

Con estos elementos la historia intenta sumergir al público en otras reflexiones quizás más profundas, abstractas y personales a partir de un planteamiento moral implícito en la confesión del criminal al religioso.

“¿Qué haríamos en un caso similar? Salvaríamos la vida o defenderíamos el secreto sacramental con las implicaciones terrenales que eso puede provocar. Porque para el cura la vida tiene un valor, pero salvar su alma tiene más peso. Entonces quizás el prefiere poner a disposición su vida terrenal para no comprometer su salvación eterna”, reflexionó Rivero.

SIN PERDERLE LA PISTA

El realizador, de 38 años de edad, apuntó que Secreto de confesión no es una película de esas que lleva de la mano a las espectadoras y los espectadores, por el contrario, el filme invita a participar. Inclusive, a decir del director, no recomienda el uso de los teléfonos inteligentes durante la proyección, no por respeto a la obra sino porque se podrían perder detalles “que harían mucho más rica la experiencia del público” dentro de la función.

Igualmente, aún cuando el promedio de la edad público latinoamericano que asiste al cine en Venezuela es de 15 a 25 años, Secreto de confesión, apuesta por el público de 25 años en adelante, por su contenido que “podría ser complejo y poco atractivo” para un joven.

“En esta película están plasmadas reflexiones que vienen con la madurez. Claro, hay de todo: un par de secuencias de acción muy bien hechas, unos disparos que suenan muy bien también, pero hay momentos de soledad, introspección y reflexión que tal vez no le parecen muy atractivos dentro de la historia”, advirtió.

Más allá de las apreciaciones subjetivas sobre la película, Henry Rivero aspira que el público reconozca en Secreto de confesión una obra con atributos de calidad “que son producto del trabajo, la seriedad, el rigor y la responsabilidad. Eso es innegable, es objetivo y quisiera que el referente o el boca a boca sea que la película esta bien hecha y que se nota el trabajo el empeño y la dedicación”, aspiró.

El resto del elenco lo completan Leónidas Urbina, Daniel Alvarado, Jorge Cao, Carlos “Pity” Camacho, Alejo Felipe, Dimas González, Dayra Lambis y Haydee Faverola.

La película Secreto de confesión fue un trabajo de más de una década, que requirió el esfuerzo de unas 200 personas involucradas. El proyecto se llevó a cabo gracias a la coproducción entre en Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC) por Venezuela y RCN de Colombia, entre otros inversionistas privados, recordó el director del filme, Henry Rivera.

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