Mares, misericordia
María miraba mares mientras meditaba.
—Mañana moriré miserable. Mojada, moluscos molerán mis miembros.
Mareada, monitoreaba movimientos marinos. Miraba montañas, murallas masivas; maldecía mentiras, menosprecios.
—Mañana mismo moriré —meditaba—. ¿Mañana? ¡Mejor morir mientras mandan mis malestares! ¡Miseria maligna mina mi mente! ¡Muramos, misería mía! ¡Muerte, muérdeme!
Mas menospreció manos misericordiosas: Manuel miraba.
—Mi María, mi mayor musa. Miráme, mi misteriosa Madona. ¿Morirás mientras miro? ¿Morirás mientras maldigo?
—Memorias malsanas me muerden. Moriré, Manuel mío, moriré. Me mataré, marca mi mensaje.
Manuel, mudo, mostróse meditabundo. María, muda, mostróse mansa. Meditaba.
Meditó minutos, meses, milenios… Miraba mares; miraba miserias.
Más miraba manos misericordiosas. ¡Manuel!
Magia maravillosa: marchitaron…
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