Te recibo
amando la voluntad de tus deseos,
abrazando las sorpresas de tu alma.
No cierro las ventanas ni tus puertas.
Abiertas deben quedar para la noche plena
cuando una hija de la Luna desee tu ternura.
Para cuando sus manos suavisen tus llagas.
Para cuando bebas de su corazón la vida;
pura y sabia.
Te entrego lo único que te he dejado
soltando lo más hermoso de mi alma
guardadito, chiquitico,
un paquetito para abrir al pasar el tiempo
y dar las gracias susurradas al silencio.
Yo te oiré mi bien amado.
El viento soplará en mi cara el agradecimiento
y yo lo respiraré como se respiran los amores buenos.
Gracias te doy y con eso basta.
Gracias y adiós; no tengo más nada.