Sara Fernández.-Más allá de que la ortografía debe ser una materia que cualquier persona que sepa leer y escribir debe dominar, como periodistas o comunicadores debemos llevar este deber a rajatabla. Cualquier texto que escribamos con una falta ortográfica equivaldrá, de manera inmediata, a una mala comunicación. Da igual lo que te hayas esforzado en pensar en tus públicos, en estructurar el mensaje o en hacer un gran diseño. Las personas que reciban esa comunicación se fijarán en el error y tu comunicación se habrá echado a perder.
No es una visión negativa, ni exagerada, de lo que pasa en estos casos. Igual que me molesta cuando leo un texto con faltas, sé que quienes leen un escrito mío con un error sentirán lo mismo. Es más, es posible que alguien te lo comente, incluso cuando no sea ni siquiera una falta de ortografía como tal, sino un par de letras cambiadas de orden.
Evitar estos fallos es sencillo y nunca está de más recordar esas buenas prácticas. Aquí hago un repaso de las que he ido aprendiendo:
Consulta cualquier duda que tengas tanto a la hora de escribir una palabra como con otras normas de ortografía (puntuación, tildes, conjugaciones de verbos, etc.). La mejor referencia al respecto es la Real Academia Española (www.rae.es) donde, además de consultar en sus tres diccionarios (de la lengua española, panhispánico de dudas y esencial) puedes plantear dudas y consultas a través del Departamento «Español al día».
Relee, tantas veces como sea necesario, para comprobar que el texto es correcto. Incluso cuando el comunicado es urgente, es mejor perder unos minutos y asegurarnos que el escrito no contiene faltas ortográficas. Esta lectura también te ayuda a ver si hay alguna estructura mal expresada, signos de puntuación equivocados o si tienes palabras que se repiten y, por tanto, sustituibles por sinónimos. Cuando vuelvas a leer un texto prueba a hacerlo en voz alta, ya que irás más lento y podrás fijarte mejor en los posibles errores.
Utiliza el corrector ortográfico. Sé que estas herramientas, en algunas ocasiones, inducen a error. Pero no deja de ser otra forma de revisar el texto.
Deja que otra persona lea el comunicado. Cuando trabajamos un texto lo escribimos y reescribimos hasta que lo damos por terminado tantas veces que perdemos la perspectiva. Por eso, una lectura por parte de una persona ajena nos puede resultar útil para detectar errores que posiblemente no veamos.
En definitiva, piensa que un texto sin faltas te define como un gran comunicador.