“Contemplándose en la luna del armario, se apuñaló el pecho y cayó muerto. Pero como el puñal del reflejo no era concreto, el Narciso del espejo permaneció vivo y en pie” (Tren de historias, FCE).
Este cuentínimo de José de la Colina describe de cuerpo entero al ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2013, anunciado esta semana y al que él llama “el Nobel de las letras mexicanas”: es un escritor de oficio, narrador que no se toma muy en serio, jugador fino de palabras. El premio le fue otorgado por el lúcido libro de ensayos De libertades fantasmas o de la literatura como juego (FCE), donde conversa con algunos de sus autores preferidos y también con personajes literarios. Ahí se confiesa en una autoentrevista como un autor que ejerce su oficio “primero, porque me gusta escribir. Segundo, porque escribiendo me gano la vida. Y escribir…
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