Este adjetivo, que se emplea en nuestra lengua con el sentido de ‘perteneciente o relativo a los aceites vegetales’, proviene del latín oleaginus, que significaba ‘hecho de madera de olivo’, formado a partir de olea, el nombre de ese árbol en latín, tomado a su vez del griego elaion. Tanto el adjetivo oleaginoso como el nombre aceite se aplican no solamente al de oliva, sino a todos los aceites vegetales que se conocieron más adelante. En portugués –una lengua que en general se mantuvo más cercana al latín que el español–, se llama azeite solo al de oliva; todos los demás, vegetales o minerales, son óleos en la lengua de Saramago (v. aceite).