Chávez, Farruco Sesto y Miguel Márquez


leonardoEntre nuestras amistades feibuceras se cuenta Miguel Márquez, y a Miguel lo sigue un montón. Pero mi amistad con Miguel remonta otras chorreras del Orinoco (y del Guaire) y del Santo Domingo y del mar Caribe etcétera. Quiero decir esto como un reconocimiento por esta vía a la extraordinaria presencia de Miguel en el Facebook, hoy que está aún cerca el día del libro. Digo esto por la cara de libro que tiene esta fulana redsocial, que Miguel invade de bellos textos poéticos y sabias reflexiones políticas.

Agrego aquí también otro nombre, el de Farruco Sesto (también arraigado por décadas en nuestra militante amistad). Farruco no es de esta red, o casi no, aunque sí mantiene un blog que por ahora es algo intermitente. Lo cierto es que a estos dos señores, Miguel y Farruco, los considera este humilde servidor como los principales promotores venezolanos del libro y la lectura después, por supuesto del Comandante Invencible Hugo Chávez. En efecto, es necesario recordar y reconocer que Farruco inició, desde el fenecido Conac y luego del MPPC en los albores de esta Revolución bendita para las grandes mayorías, la mayúscula, titánica y liberadora tarea (encomendada, seguida e inspeccionada a diario por Chávez, me consta) de difusión del libro y la lectura de los nuevos tiempos en Venezuela, en Nuestra América y en el mundo entero (quizás después de la Cuba Socialista, aunque en otras proporciones).

Chávez daba las instrucciones filosóficas, políticas, incluyentes; Farruco ejecutaba, gerenciaba, inventaba y Miguel editaba y así se llegó en esta Patria Querida al menos a 120 millones de libros impresos. No son conchas de ajo, camaradas, aunque las hubo también en ese milagro librero.

El libro venezolano y las múltiples campañas de lectura de los últimos años tienen en esos tres nombres puntales exactos, certeros. Luego, por múltiples razones que nuestro querido Presidente chavista Nicolás Maduro debe indagar y sustanciar muy bien, aquel auge infinito decayó. No puede ser una infidencia, un pecado decirlo si pensamos que la autocrítica es fundamental para los revolucionarios. Y digo autocrítica porque yo también he estado involucrado, desde que nacieron aquellas experiencias y al lado de esos tres grandes camaradas, en el asunto del libro. A Hugo Chávez me unen libros desde fines de los años 60, pues él y mis hermanos éramos (y somos y seremos hasta siempre) asiduos de una vieja biblioteca fundamental de la cual bebimos no pocas vainas, mil memorias y saberes.

Seguimos produciendo libros, claro. Venezuela lee como nunca y un estudio que encargó Cristian Valles para el Cenal lo demostró. Ahí están las editoriales bandera de Venezuela, unas viejas pero repotenciadas y otras de creación chavista, como El Perro y la Rana. Pero antes incluso que se agudizara la llamada «crisis del papel» (que tiene mucho que ver con la guerra económica para derrocar al Presidente Maduro), las imprentas de la Revolución bajaron el volumen de producción. Las Filven son un termómetro.¿Dónde están los montones de clásicos, las revistas de circulación masiva, los libros para niños? Esta lucha con el fusil-libro es para siempre. Pero al césar lo que es del césar y al Pueblo lo que es del Pueblo.
Viva el libro! Viva la lectura! Honor al Chávez lector!

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