La poesía es inútil, no aclara
las confusas matemáticas, no
termina por decir lo que esperábamos,
introduce nuevos elementos
en las fábulas de Silbón el oscuro,
hace lo que quiere, cambia los planes,
maneja las persianas a su antojo,
construye con nuestro nombre un crucigrama,
ríe en su cuarto cuando está melancólica,
apaga las luces cuando se enfrasca en la tristeza,
y a pesar de todo, o con todo el peso
de su desvarío en este cuerpo, que es suyo,
yo me digo a mí mismo que sin ella,
sin esta antigua sabiduría marsupial,
no hubiera conocido este alivio,
este pedazo de mí, de ti, que me acompaña
y te entiende.