El viernes 6 de junio es la fecha fijada para el estreno de Pipí mil pupú dos lucas, ópera prima de los hermanos Fernando y Enrique Bencomo, realizada de manera completamente independiente, con un presupuesto sumamente ajustado cercano a los mil dólares, invertidos en alimentación y algunos elementos de utilería, actores desconocidos y un equipo técnico que osciló entres cinco y una sola persona.
Pipí mil pupú dos lucas cuenta las historias de tres crímenes que convergen en distintos puntos de la narración presentada de manera no lineal, a veces a un ritmo vertiginoso logrado gracias a una edición dinámica de “casi 1.000 cortes en una película de 70 minutos, eso es bastante”, refirió Enrique Bencomo en conversación con el Correo del Orinoco.
Sin embargo, a decir del codirector y editor, el dinamismo de la película no solamente es producto de los numerosos cortes de los planos. También influye en este sentido los encuadres y los movimientos de cámara. “Todo esto hace que la película sea dinámica y entretenida. Cuando la ves sientes que el tiempo se pasa volando”, agregó Enrique Bencomo.
La primera historia que se asoma es la de Nicolás, un convicto que en su intento por salir de la prisión acepta trabajar como informante para la policía. La situación lo involucra con un sórdido negocio con drogas. Por otra parte está Ana, una secretaria codiciosa que intenta hacer un millonario chantaje a Diego, su jefe y yerno del dueño de la compañía, de quien es amante. El tríptico se completa con el cuento de Enrique y Miguel, dos secuestradores torpes e incompetentes que son contratados por Diego para secuestrar a su esposa.
Tal como los directores lo han admitido, en Pipí mil pupú dos lucas se pueden notar algunos homenajes, con acento venezolano, a realizadores como Quentin Tarantino, Christopher Nolan y Robert Rodríguez.
De hecho, Enrique Bencomo contó que la idea de hacer esta película surgió como una inspiración luego de leer la obra Un rebelde sin un equipo, texto en el que Robert Rodríguez cuenta cómo hizo su ópera prima a los 28 años, El Mariachi, una película independiente de mucho éxito en taquilla, realizada con siete mil dólares, una suma minúscula para los estándares hollywoodenses.
“Leer ese libro fue una inspiración muy fuerte. En aquel momento pensé que yo tenía la misma edad que Rodríguez cuando hizo El Mariachi. Y cuando él la hizo no disponía de los recursos digitales que tenemos ahora y permiten hacer cine de manera más fácil y con menos dinero. Toda esa reflexión generó una conversación con mi hermano Fernando y dijimos que no íbamos a envejecer sin hacer una película”, relató el realizador.
Presionados por la edad, los hermanos Bencomo decidieron trabajar sobre guiones para cortometrajes que ya tenían listos y de ahí surgió la idea de crear un largo con tres historias que se mezclan.
CONTROVERSIA POSITIVA
Aunque el título parece no tener nada que ver con la película, más allá de aparecer dentro de la historia como un cartel de baño de carretera, Enrique Bencomo sostiene que el nombre seleccionado por su hermano “es el mejor” que le pudieron poner a la película.
A juicio del codirector y editor la cinta “es muy venezolana”, con personajes que pueden hacer una conexión con cualquier hijo de la tierra de Bolívar, especialmente con los jóvenes. “Son carajos como cualquiera de nosotros que se meten en problemas por hacer cosas malas, hablan como cualquier joven venezolano”, sostuvo.
En ese sentido, a decir de Enrique Bencomo, “el nombre (el título del filme) encaja perfecto porque describe cómo somos los venezolanos: coloquiales, chistosos y extrovertidos. El título lo tomamos de los anuncios de los baños donde la gente pone chistes. Incluso la gente se ríe y hasta le toma fotos a esos carteles”.
Con respecto a la controversia del nombre, el realizador apuntó que ha resultado beneficioso para la promoción de la película, tanto por las críticas como por la curiosidad que genera. Inclusive han observado que las y los asistentes a las salas de cine se acercan al cartel con el nombre, se preguntan “¿Qué será esta vaina?” y hasta le toman fotos, “así como hacen cuando van a esos baños donde están los avisos”, comparó.
SÍ SE PUEDE
Más allá de entretener al público “con una historia fresca y contada de una manera diferente a la que estamos acostumbrados en el cine venezolano”, Enrique Bencomo tiene la esperanza de que la obra dirigida junto a su hermano pueda servir para estimular a cineastas incipientes que ven la realización como un imposible sin apoyo de las instituciones.
“Conozco mucha gente que está comenzando y no se atreve a hacer su película porque no tienen la cámara que quieren o una grúa. Creo que es necesario atreverse como lo hicimos nosotros. No soy un Robert Rodríguez ni mucho menos, mi hermano tampoco, somos como cualquier persona y pudimos hacer esta película”, declaró.
Pese a que fue rechazada en un principio por varios festivales nacionales por su polémico título, la controversial historia, la ausencia de actrices y actores famosos o directores de renombres, el filme logró participar en el certamen de cine Entre Largos y Cortos Oriente (ELCO 2012), donde recibió el premio al Mejor Largometraje Regional. También estuvo en el Festival de Cine de Mérida en 2013 y en el Festival de Espiritualidad en el Cine 2013, donde obtuvo dos premios: Mejor Guión y Mejor Música Original.
Finalmente, gracias al apoyo del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (Cnac) pudieron mejorar la calidad del sonido, aplicar correcciones de color y hacer las copias 35 milímetros y DCP (formato digital) para conseguir una proyección de buena calidad técnica en las salas.
Pipí mil pupú dos lucas se proyectará en unas 15 salas, cinco de ellas en formato digital, en las ciudades de Caracas, Valencia, Puerto La Cruz y Puerto Ordaz. Se espera que posteriormente gire por otras ciudades del país y, según la acogida del público, es posible un incremento de las salas.