‘El que no sale nunca de su tierra está lleno de prejuicios’
(Carlo Goldoni)
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Desde siempre, el ser humano ha sentido la necesidad imperiosa de viajar. Viajar era descubrir otros mundos, otras culturas. El hecho de viajar y de adentrarse por otros territorios era y, aún lo es, un sentimiento instintivo, natural y muy atractivo. Se viajaba y se viaja para sentir, para ver, para observar, para aprender, para comparar, para analizar, para aprender, para valorar, para pensar, para meditar, para soñar y para darse cuenta de que la vida de los hombres de cualquier parte del mundo puede ser tan igual o tan diferente a la nuestra.
‘Al llegar a cada nueva ciudad
el viajero encuentra un pasado suyo
que ya no sabía que tenía:
la extrañeza de lo que no eres
o no posees más te espera al paso
en los lugares extraños y no poseídos’
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