Ayer, en la tienda de libros con quien más me quiere, encontré en la pila de «Novedades» algunos ejemplares de La tregua, de Mario Benedetti. O el librero es un miope mayúsculo o resulta ser un tipo con sentido del humor o sabe algo que yo ignoro. Para poner ahí una novela de 1960 se necesita audacia (o irresponsabilidad). No quise preguntarle, preferí nadar en mi ignorancia y tejer esta historia alrededor: el tipo leyó por vez primera la historia de amor entre Martín Santomé y Laura Avellaneda. Se deslumbró de tal forma que decidió recomendarla a todo cliente que entrara a sus dominios, por sobre muchas de reciente publicación.
Cómo no deslumbrarse ante la pluma del uruguayo, que navega con bandera de sencilla pero bucea en las emociones como nadie. Regreso al estante, saco mi ejemplar manoseado y releo uno de mis pasajes favoritos:
«[…] tengo la angustiante sensación de que la vida se me está escapando, como si…
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