Mercedes Chacín
Fui a ver la película Libertador, de Alberto Arvelo, venciendo un prejuicio: que el protagonista es el réquete buenote Edgard Ramírez. Nunca había imaginado a Bolívar con ese físico. Pura taquilla, es la primera frase que se le viene a uno a la mente. Fue en una función mañanera en un cine del este del este para gente de los medios de comunicación social. Me encontré con dos periodistas conocidos: Aquilino José Mata y Edgar Moreno Uribe. A Aquilino no lo veía desde la época en que coincidimos en la Cadena Capriles. Nos saludamos con afecto. Con Moreno Uribe hemos compartido más en estos años. Gajes del oficio llamo yo a la lejanía con el primero y la cercanía con el segundo, a pesar de que algunos se empeñen en convertir todo en una cruzada a favor o en contra de la libertad de expresión. Pero hablemos de Libertador.
La traición, la guerra, la muerte, el romance y la violencia presentes en las dos horas del film, son una perfecta combinación para hacer de este largometraje un éxito de taquilla y crítica
Libertador, coproducción venezolano-española, es una película que tiene todos los elementos para triunfar: excelente fotografía (Xavi Jiménez), vestuario espectacular (Sonia Grande), buenas actuaciones (destacan Edgar Ramírez como Simón Bolívar, María Valverde como María Teresa del Toro, Erich Wildpret como Antonio José de Sucre, Iwan Rheon como Daniel O’Leary, Zenaida Gamboa como Hipólita, Juana Acosta como Manuela Sáenz y Francisco Denis como Simón Rodríguez), la bella música de Gustavo Dudamel y la acertada dirección de Alberto Arvelo. Además de esta ficha técnica de primera línea temas como la traición, la guerra, la muerte, el romance y la violencia presentes en las dos horas del film, son una perfecta combinación para hacer de este largometraje un éxito de taquilla y crítica.
El prejuicio del Bolívar galán desapareció con los primeros minutos. El guión está hecho para ser «digerido» por un público masivo. No obstante queda claro el discurso bolivariano: igualdad, justicia e integración. Y también quedan claros los distintos episodios de las traiciones que marcaron la vida del Libertador. Mención aparte merecen las tres apariciones de la negra Hipólita siempre con Bolívar manifestándole su afecto de hijo llamándola mamá, la arenga de Bolívar en el río Magdalena, la travesía del ejército bolivariano por los Andes y la Batalla de Boyacá. Arvelo logra enviar un mensaje fuerte y claro. Una negra esclava madre del mantuano, la desaparición de las fronteras en América y el heroísmo de Bolívar y su ejército.
Choroní, Canaima, Acarigua, la Hacienda La Vega en Caracas y varias locaciones en España completan el banquete para hacer de Libertador un filme obligatorio de ver pues, con mucho, supera lo que hasta ahora se ha hecho en la cinematografía nacional.
El polémico final, que no revelaremos, es la sorpresa del guión (Timothy J. Sexton). Alguien por allí dirá que falsea la historia (al menos la historia «oficial») o que la acomoda a capricho. A mi me encantó. Es un final grande, como grande era Simón Bolívar, Libertador. Sigamos.