Se fue lo imposible cuando
mis manos entre tus dedos
se decían cosas, murmurando
se hizo como halo un hado;
y tú y tus innumerables alas
volando entre cielos de vagas
realidades que se difuminan,
que se despiertan, iluminan,
juegan, desaparecen, se dimensionan
entre los huecos de los cristales,
entre los sueños rotos, sueños de antes.
Kasandra avisó, lo vio, lo soñó
que el caballo traía militantes
que el destierro era fuerza del sobreviviente.
Y en ese destierro cavo cada día
más hondo para enterrarte: hombre,
historia, memoria, te entierro
por darle al tiempo ahora
lo que ha sido siempre de la vida…