Te maldigo como mujer que odia
y no piensa en otra cosa.
Imagino que te beso hasta dejarte herido
y pequeño
para que no huyas
para que busques refugio en mis pechos
infame
y pueda negártelo.
Pero luego soy dócil en tu cama
escondo bien mi rabia
y me abro a ti
benigna
casi agradecida
de que me hagas el favor.
Cuando te vas recobro el aplomo
y vuelvo a odiarte.
Ahora con más ganas.
-Julia Santibáñez