En un recodo del camino encontré al señor Caos.
Terrible era su aspecto y ambiente que le rodeaba.
Como siempre eludí cualquier contacto con el personaje
que, como salido de la pluma del Conde Lautrémont ,
paseaba sus intenciones por estos predios ardientes.
Esta vez lo acompañaba su hermana Anarquía
– atractiva en su físico y de torcida mente-
haciendo pareja con fantasmales excursiones.
Caos tenía una misión que cumplir, era evidente.
Al poco tiempo arrasó la zona con sus llamaradas.