Una virgen olvidada: Nuestra Señora de La Luz


Samuel L. Hurtado C.

La toponimia de la mayoría de los pueblos fundados durante la Colonia responden a denominaciones relacionadas con el culto cristiano, en especial las vinculadas con la virgen María, que en sus diversas advocaciones, ha dado nombre a distintos centros poblados, tal como ocurre con las localidades de Santa Inés, Santa Lucía y Santa Rosa de nuestro estado Barinas. De igual forma, Nuestra Señora del Rosario de El Real, dio origen al nombre del pueblo de El Real, conocido originalmente como Santo Domingo de las Palmas.

Situación similar ocurre con el actual pueblo de La Luz del municipio Obispos, cuyo nombre obedece a una inspiración mariana, pues su fundador, don Fernando Miyares González, lo organizó como “pueblo de españoles” bajo la tutela de Nuestra Señora de La Luz. Diversos documentos así lo corroboran, en especial, las correspondencias que Miyares como gobernador de Barinas envió al marqués de Bajamar en 1791 y cuyos originales reposan en el Archivo General de Simancas en España, en el que se constata además su consolidación como parroquia eclesiástica.

Para la época en que fue establecido el pueblo de La Luz, el culto a Nuestra Señora de La Luz, nacido originalmente en Sicilia, ya estaba extendido por toda Italia y todas las colonias hispanoamericanas. Según estudios de Carlos Duarte, su culto en Venezuela se debe al obispo Antonio Díaz Madroñero, quien, “escuchando el clamor del gremio de pardos que desde 1757 insistía en la fundación de una iglesia dedicada a la Madre Santísima de La Luz, fundó en Caracas, en 1759, la cofradía de Nuestra Señora de La Luz”.

Desde entonces, su imagen estará en los principales altares de las iglesias y órdenes religiosas de la ciudad de Caracas, siendo difundida a través del trabajo iconográfico del pintor Juan Pedro López, los cuales pueden apreciarse en capilla Santa Rosa de Lima y en la iglesia de San Francisco, en Caracas.

A pesar que en la iglesia de La Luz existe un nicho con la imagen de su virgen protectora, su culto fue desapareciendo al pasar los años, llegando al punto de ser “renegada” del altar y almacenada en los depósitos, hasta que, por diligencias del maestro Ángel Orosman Alzurú y de los feligreses, se logró que a mediados del año 2003, volviera al sitial que le correspondía. Sin embargo, y quizás por desconocimiento de la Diócesis de Barinas, desde los años ochenta del siglo XX, las fiestas patronales se celebran en honor a San José y no en homenaje a la Virgen de La Luz, quien es la verdadera patrona de los luceños.

hurtadosamuel@gmail.com

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