Si se trataba de ser salvajemente erráticos
entonces somos los galardonados,
porque una cosa es ir andando,
y otra ir dando pasos siempre
con el pie equivocado,
y no vale siquiera pararse,
porque eso es un tropezón
directo a partirte el labio.
Suele decir mi padre
que las cosas de antes
sí que eran de verdad,
«las anchoas eran más grandes,
los huevos eran amarillos
y la radio era enorme.»
Y es incluso verdad
que lo que fumamos
ya no es ni tabaco,
que ya no hace ese frío,
y que la sopa
en la que haces barquitos
no sale igual en la vitro.
Pero hemos aprendido
a adaptarnos a la vida
como bacterias libres
poblando un volcán,
bichejos capaces
de ser tan perfectamente simples
como la forma retorcida de un clip,
y a la vez, de enamorarse complicados
en la contemplación rápida
del retrovisor en los semáforos.
Enrique Urbano.