Samuel L. Hurtado C.
Este 24 de marzo estamos conmemorando los 161 del decreto firmado por entonces presidente de Venezuela, José Gregorio Monagas, en el que “quedaba abolida para siempre la esclavitud” en nuestro país. Un hecho, que a simple vista y desde la óptica del presente, se podría considerar como “justo” y “necesario”, y que, muchas veces como barineses pareciera que ocurrió en otro lugar, pues, desde los mismos centros educativos, los negros esclavos nos eran presentados como unos seres alejados de nuestra historia, como si jamás habrían pisado esta tierra llanera, como si entre nuestros genes no existieran raíces africanas ni ninguna herencia de algún tipo, porque, el “negro” aparentemente se asociaba y se sigue asociando (con algunas excepciones) a nuestra epidermis, a las regiones del oriente o de la costa venezolana. Nada más erróneo y fuera de lugar, que nos revela el desconocimiento y descomprensión de nuestras realidades históricas referentes a la región barinesa y a la formación social de los distintos grupos humanos que durante siglos han habitado este territorio.
La introducción de esclavos negros en Venezuela la ubicamos con la llegada de los Welser y españoles a mediados del siglo XVI, época en la que se introdujeron 80 a la zona de Buría (actual estado Lara). Por su parte, la introducción de esclavos negros en Barinas la ubicamos en el año 1620, fecha en la que habían de 200 negros repartidos en seis estancieros de tabaco. Desde entonces diversas poblaciones de los gentilicios angola, arará, bran, carabalí, congo, lamba, malemba, matamba, musumgu, mandinga, quizama y folupa, provenientes todos de la costa atlántica del África Ecuatorial ocuparon el territorio de la región barinesa.
Entre 1623 y 1624 se estima que el número de esclavos era de 380, llegando a 375 en 1657. Observándose un descenso a fines del siglo XVII, pero que al siglo siguiente aumentará progresivamente. Así para 1787, el número de esclavos negros era de 2.132, mientras que el de gente de color libre estaba representado por 14.436 personas, constituyendo el 50% del total de la población barinesa que para ese momento era de 33.050 personas. Para 1810, el número de esclavos se estimaba en 3.910, mientras que la gente libre de color era de 30.800, los mestizos 11.000, los indios y la población blanca era de 17.000 habitantes. Según estas cifras, aportadas por Virgilio Tosta, la presencia de la población negra en territorio barinés representaba más del 60 del total de habitantes constituido por 70.446 personas. Por lo visto, las cifras, demuestran como la presencia de la población negra en la sociedad barinesa era muy significativa en los tiempos de la Independencia.
Una vez establecida la República, la población esclava correspondiente a la Provincia de Barinas se encuentra constituida para 1830 por 12 esclavos y 947 libres. Las cifras aportadas por Johm Lombardi son muy fragmentadas, que si bien reflejan el número de esclavos que ahora eran libres, consideramos que el número de negros en condición de esclavitud no se corresponde con la realidad, pues, revisiones a los Protocolos Notariales del Registro Principal del Estado Barinas para el período 1810-1854 demuestran que la situación era otra, y que el número de esclavos para la referida etapa es aún superior a lo antes indicado. Por ello, convendrá promover la investigación sobre el tema, porque si bien el número de esclavos en Venezuela para 1854 era bastante reducido, señalar que solo en Barinas existían para esa fecha 1.457 libres y 8 esclavos es una cifra que a nuestro juicio, es muy reservada, que futura investigaciones permitirán comprobar su exactitud.
Hoy es indiscutible precisar que los esclavos negros no solo constituyeron un factor determinante en la maquinaria económica al contribuir desde el punto de vista material a la introducción de técnicas africanas en el sistema productivo. También, aportaron sus creencias, imaginarios, costumbres, formas y modos de vida, formando un crisol cultural, que a contracorriente permanece vigente intrínsecamente en el hacer y sentir venezolano y llanero.