Por Nina Vainilla.
Después de masturbarme mi mano huele a libertad, sabe a mí. Tengo el súper poder de detonar en mi cuerpo la fuerza gozosa por siglos vetada a las mujeres. Tengo el súper poder de hacerle el amor al amigo con novia, al profesor casado y a la amiga del novio, todos juntos si quiero, o uno a la vez. En mis manos llevo grabados los acordes del ritmo exacto que desata la magia entre mis piernas.
Cuando me masturbo soy primero yo, después yo y siempre yo. Soy toda placer para mí, conmigo.
Soy tormenta
soy marea
soy mi propia danza
mi propia pequeña muerte
y mi resurrección.
Soy mía.