Bajo el Samán (Cuento)


gruberAmor y corazón noble son una misma cosa

Dante Alighieri

Venían de la playa por el camino real. Al pie de un viejo samán se detuvieron. Allí, muchas veces habían conciliado sus sueños, luego de largas cuitas. Eran las cuatro de la tarde y la gran sombra vegetal los resguardaba del ardiente sol.

Amalia recordaba con tristeza algunas experiencias al lado de Miguel: su fuga de la casa paterna y la oportuna estancia donde se habían refugiado de las voces agoreras que gravitaban en ese pesado ambiente social, el que giraba sobre sus vidas. Una noche lluviosa decidieron escapar hacia un lugar de la costa oriental, muy lejos de su terruño.

Miguel atesoraba recuerdos de gratos momentos compartidos con Amalia. Nuevos instantes bajo el samán ofrecían buenas perspectivas en el devenir de sus pasos por aquellas tierras que ahora los cobijaba. El joven había sufrido los embates del prejuicio social por parte de los padres de su compañera; su condición rural lo había colocado al margen de una clase pequeño burguesa que no admitía sino a sus iguales.

Los pasos estaban dados; todo estaba previsto. Así lo comentaron bajo el samán -y eso los hacía más fuertes-. Tenían cerca de dos meses en aquel hermoso lugar, compartiendo con turistas y locales. Miguel consiguió un trabajo en el comercio informal con buenos dividendos.

Por esos días, Amalia había cumplido la mayoría de edad y un matrimonio relámpago fue la solución a la mano. Se quedaron a vivir en su paraíso.

Manuel Darío Gruber

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